viernes, septiembre 30, 2005

No necesito demostrarte nada ni pedirte disculpas. Si la noche termina es para que el alba dé signos vitales. Cuando te digo hola no espero que respondas con otro Hola, espero que me escuches, que me leas, que me mires y reconozcas la soledad en los socavones a los que te impedí el acceso. Puertas cerradas eternamente a la estirpe en general. Aún así me dices Hola y yo te respondo con otra brutería. Suerte que el silencio no es audible, ni los vacíos visibles y las almas insencibles, por que los minutos se vuelcan devaluados y a cada pizca de vida que se forma podemos adjuntarle todas las bromas mentales que nos vuelven a jugar los destinos de la muerte. Que quede claro: Ya nadie volverá a saber que hablé de tí.