viernes, noviembre 18, 2005

Hay mujercita. Te miro y pareces prisionera de las falsas iluciones y una vida rosada donde el mayor dilema es decidir qué usarás para vestir mañana. Me duele mirarte, así doliente entre felicidad y silencios, entre efigies de amor e ideales de ternura. Hay mujercita, como quisiera mirarme como tú y sonreir ante la alborada para despues llorar desconzoladamente con cada petalo que el otoño desprenda. Pero me miro sombrío y ceniciento, de la forma mas propicia para contaminar tus alrededores.